En mayo de 2009 comenzó una serie que bien parecía una versión semanal de High School Musical. Ahora, seis años después, nos despedimos de ella sabiendo que hemos formado parte de una leyenda de la pequeña pantalla. Haciendo honores a la última canción de New Directions, este es nuestro homenaje a la serie que nos hizo soñar y creer en nosotros mismos: I Lived Glee.
Cuando Glee comenzaba con sus primeros capítulos, apenas conocíamos a los actores protagonistas, tan solo a unos cuantos veteranos de series que nuestros padres veían. Cantaban canciones que estaban de moda, y también esas canciones que todos conocemos. Hacían esas “ridículas” escenas que nosotros conocemos como “americanadas” en las que, de repente, se ponen todos a cantar en el comedor del instituto y todos conocen la coreografía. Soñaban a lo grande. Y, sinceramente, creo que ha sido lo que nos ha hecho mantenernos al pie del cañón con esta serie, porque si bien eran sueños un tanto alejados de la mayoría de nosotros, ¿a quién no le apetece ver de vez en cuando como un puñado de chavales de tu edad consiguen lo que se proponen?
No quiero aburriros escribiendo sobre cada capítulo porque sé que habéis visto la serie (¿a que sí?) por lo que voy a contaros, en general y desde mi punto de vista, el cambio que llevó al final, porque sí, todos sabemos que este final tan abrupto y que según parece, no ha tenido la audiencia esperada, se debe precisamente a eso, al cambio.
De las tres primeras temporadas poco que decir puesto que fueron la auténtica alma de Glee, lo que realmente representaba esta serie, rompiendo las barreras, parejas de gays, de lesbianas, de excluidos sociales con populares, de diferentes razas… todos siendo amigos y con algo en común: Choir Room, donde ensayaban y crecían juntos. Para muchos de los gleeks (entre los que me incluyo) fue ese último capítulo de la tercera temporada en el que todos tenían claro su objetivo y estaban dispuestos a cumplirlo. Ahí debió terminar, y todos lo sabemos.
La cuarta temporada tuvo unas canciones muy buenas, realmente buenas, y unos invitados y co-protagonistas estupendos: Demi Lovato, Adam Lambert, Kate Hudson… no estuvo nada mal, sobre todo las escenas de Nueva York, porque las escenas del William McKinley High School con nuevos actores más los ganadores del programa secundario “The Glee Project” no fueron más que una copia de los originales, y eso, señores directores y creadores de series, a los fans no nos gusta. Si renuevas algo, que sea por completo.
De la quinta temporada, poco puedo hablar porque con deciros que vi la temporada saltándome escenas, os digo todo. Tampoco es que hiciera falta ver todo, el hilo de la trama era muy sencillo. Otra más para el saco de “temporadas que sobran”.
Y llegó la sexta. Cuando a comienzos de la anterior nos dijeron que habría otra temporada más, casi nos caemos el suelo. ¿De dónde iban a sacar más ideas?. La cosa cambió cuando nos dijeron que la audiencia apenas hacía presencia y que iba a ser la última, con tan solo trece episodios. El cast original volvería para los primeros episodios, todos iban a volver a Ohio y veríamos el futuro de nuestros New Directions. Pintaba muy bien. Pero una vez más, Glee falló. Empezó muy bien la temporada, con el retorno de nuestros viejos amigos, y sí, es cierto que hubo momentos muy buenos, como la boda de Santana y Brittany, o Sue Sylvester explicando su odio por Klaine (y ahora la amamos aun más) y alguna que otra frase graciosa haciendo referencias a todos los rumores y ships que ha habido a lo largo de la serie: “because if you’re gonna go lezzy with a cheerleader, I think the world’s kinda rooting for you and Quinn Fabray”. Con todo ello, la mayoría de nosotros seguía saltando escenas y deseando que llegasen los dos últimos episodios.
“2009” y “Dreams Come True” son los títulos que llevan. En el primero vemos cómo se conocieron todos, los orígenes y alguna que otra sorpresa. Sin duda, el final con Don’t Stop Believin’ fue emocionante ya que, en vez de cantarlo por millonésima vez, pusieron la primera interpretación, haciendo un homenaje además a Cory Monteith. Qué mejor manera de marca el inicio del fin.
Y llegó. Los últimos cuarenta minutos estaban ante nosotros. El episodio trece jugó con saltos en el tiempo, con intervalos de cinco años. Vimos cómo algunos de los protagonistas vivían y algunos de ellos, marcaron bastante: Rachel Berry (¡embarazada de los Klaine y con marido!) ganando su primer Tony, Mercedes Jones de tour con Beyoncé… y los últimos cuatro minutos, comienza a sonar I Lived y uno a uno van apareciendo sobre el escenario que por momentos, se va llenando y es que estaban TODOS, y cuando digo a todos me refiero cada actor y actriz que ha aparecido por Glee. Todos ellos bailando y cantando, vestidos de rojo, felices, sobre un escenario ahora llamado Finn Hudson’s Auditorium en el instituto McKinley High de artes (porque después de ganar el concurso nacional, el instituto se había transformado completamente, por fin). Fue la escena más bonita para acabar este fenómeno mundial.
Pero no todo son cosas bonitas, y es que por mucho que esta última escena fuese épica, la mayoría de los gleeks están cabreados en las redes sociales, y no es de extrañar. Glee lleva necesitando continuidad desde las últimas temporadas, y no ha mejorado. El corazón de Rachel Berry pertenecía a Finn Hudson, todos lo sabemos, y ya que eso era imposible de arreglar, ¡no intentes repararlo con parches, señor Murphy! Déjala buscando su estrella y viviendo feliz con su Tony Award o júntala con la otra persona con la que debería estar y que no voy a nombrar porque es demasiado obvio. Además, todavía tiene Rachel unos billetes de tren por ahí, ¿verdad? Tampoco sabemos que ha sido de los protagonistas originales como Mike o Puck. Es cierto que no se puede dedicar diez minutos de episodio a cada uno, pero al menos una frase, ¿no?.
Como decía, si este último capítulo, por supuesto con algunas mejoras –o muchas más bien- lo hubieran enlazado en la tercera temporada, Glee sería recordada como una serie épica que cambió la televisión. Lo hizo sí, pero ha conseguido que hasta sus propios fans “odien” la serie y es que nosotros los gleeks, decimos que no necesitamos críticas de la serie, ¡para eso estamos nosotros!. Glee nos hizo formar parte de un legado, nos hizo pertenecer a algo importante y sentirnos especiales por ello, pero los fans crecimos y Glee no fue a nuestros pasos. Aun así, aquellos que vivimos nuestra adolescencia con New Directions, siempre vamos a tener Don’t Stop Believin’ como banda sonora de aquellos momentos de colegio. Y estoy segura que, por mucho que odiemos la serie, en unos años hablaremos de ella expresando cuánto nos gustaba, a nuestros hermanos pequeños les haremos ver cada episodio (si es que no lo hemos hecho ya) y estaremos siempre muy orgullosos de haber formado parte de un fenómeno televisivo jamás visto hasta entonces.
Goodbye, Glee.
Estoy muy de acuerdo contigo cuando dices que seguirems queriendo la serie a pesar de lo malas que fueron la cuarta y sobretodo la quinta temporada, al final recordaremos solo las buenas escenas que nos emocionaron. Yo de esta temporada me quedo con el momento Saw de Sue con Klaine, me dejó loquísima xD
Ha acabado sin duda la serie más positiva de la historia de la tv con esa escena final que es para no para de llorar